Durante los primeros seis meses de vida la lactancia materna es la mejor elección para la alimentación de los bebés. Sin embargo, es frecuente que las mamás primerizas presenten dificultades para llevarla adelante. En esos casos lo mejor será consultar con el equipo de salud y el pediatra de cabecera. Ellos podrán acompañar este proceso. Desde la Sociedad Argentina de Pediatría nos explican algunas de esas dificultades.
Escaso aumento de peso
Desde el nacimiento y hasta los primeros diez días de vida es frecuente que los bebés recién nacidos bajen de peso, tiempo en el que aún no se produjo “la bajada de leche”. Habitualmente, a las tres semanas de vida la mayoría ya ha recuperado su peso de nacimiento. Si esto no sucede, no quiere decir que el bebé necesite tomar fórmula láctea o de inicio, sino que requiere un acompañamiento más cercano por parte del equipo de salud, aumentando la frecuencia de las consultas.
Éste proceso debe ser valorado y acompañado por el pediatra de cabecera, que evalúa las necesidades de cada bebé, dado que cada uno mantiene su propio ritmo de crecimiento. También es primordial el acompañamiento de las personas que amamantan ya sea por familiares, amigos y comunidad formando así una red de contención.
Es importante ofrecer el pecho a libre demanda, siempre que el bebé quiera, (cada una, dos o tres horas) al menos 8 veces al día. Los horarios de las tomas no deben ser rígidos. Hay que ofrecerle todo el tiempo que quiera del mismo pecho, ya que la leche del final es la más nutritiva. Si quiere más se le puede ofrecer del otro pecho después o directamente en la próxima toma. Esta última es una opción, aunque muchas madres prefieren alternar.
Tener “poca leche”
La cantidad de leche que producen las madres es exactamente la que el bebé necesita, siempre y cuando el agarre (prensión al pecho) sea el adecuado. Para ello su boca debe abarcar gran parte de la aréola y el pezón de la mamá. Más allá de la posición en que se lo amamante, su tronco debe estar enfrentado y pegado al cuerpo de ella.
Rechazo del pecho
Pueden ocurrir por cambios en la rutina como visitas, mudanzas, inicio del jardín maternal, un ruido fuerte, un movimiento brusco mientras estaba mamando, cambios en el perfume o desodorante.
Es un mito que los alimentos que consume la madre pueden generar rechazo del pecho o cólicos en su bebé. El sabor de la leche cambia según los alimentos que ella consume, de esta manera la “saborizan”. Esto ayuda a que ya esté familiarizado con los sabores cuando comience con la alimentación complementaria a los 6 meses. La alimentación de la madre debe ser siempre saludable y variada.
El uso de chupete durante los primeros días de vida también puede interferir en la lactancia. Aconsejamos su uso una vez que esté establecida, con adecuada prendida al pecho y aumento de peso del bebé. A veces, el vínculo temprano entre el recién nacido y la madre puede verse afectado ya sea por tristeza puerperal, tensión emocional, preocupación extrema o dolor en la madre. En cualquiera de estos casos deberá realizarse una consulta con el equipo de salud. La lactancia materna genera beneficios únicos en el desarrollo y el vínculo del bebé con su mamá, y previene enfermedades en ambos. Sin embargo, si aún conociendo estos beneficios ella no desea hacerlo, debe respetarse su decisión sin juzgarla.
Crisis de lactancia
Se trata de los momentos o períodos en donde el bebé crece con mayor velocidad, por lo que su apetito y sus requerimientos son mayores a la producción habitual de leche materna. Puede ocurrir en cualquier momento, pero generalmente ocurre entre los 45 y 60 días y a los tres meses de vida.
Por este motivo reclama mamar más seguido y en ocasiones se queja o “pelea” con el pecho. Además, como la producción se ha adecuado a las necesidades del bebé, la mamá nota que ya no gotea ni tiene “subida de la leche” como en los primeros meses, lo que interpreta como que ella no tiene suficiente leche.
La solución durante estos períodos es ponerlo más seguido al pecho para que aumente la
producción. No cometer el error de ofrecer biberón, dado que ello generará menor producción de leche porque la glándula mamaria tendrá menos estímulo.
Cansancio extremo
Es importante que las madres puedan contar con una red de sostén familiar, de pareja o amigos. Aprovechar las horas de sueño de su hijo para dormir y evitar visitas, salvo aquellas que brindan ayuda.
Grietas del pezón
Se previenen cuidando que el agarre al pecho sea correcto. Se tratan aplicando leche materna masajeada y secada al sol. La crema de caléndula podría ayudar, aunque su eficacia es controvertida. De ser necesario pueden utilizarse pezoneras de silicona.
Frenillo lingual corto
Puede favorecer la aparición de grietas del pezón. Generalmente se resuelve de manera
espontánea. Con el crecimiento el frenillo se elonga, por lo que habitualmente no es necesario realizar ningún tratamiento ni intervención.
En casos excepcionales, cuando el frenillo está muy cerca de la punta de la lengua y es poco flexible, trayendo como consecuencia pobre aumento de peso, el pediatra realizará el diagnóstico y el seguimiento con la derivación oportuna al especialista si lo requiere.
Mastitis
Es la inflamación de la glándula mamaria causada por vaciado insuficiente de las mamas con retención de leche, generalmente debido a horarios de tomas rígidos o tomas muy espaciadas o poco frecuentes, agarre inadecuado al pecho o corpiño apretado. En caso de que se presenten síntomas como dolor con enrojecimiento y calor de la mama, o zonas más duras, debe realizar siempre la consulta con su médico. Las medicaciones indicadas como parte del tratamiento suelen ser compatibles con la lactancia.
En todos los casos en que se presenten dificultades es muy importante que la madre tenga confianza en su propia capacidad para amamantar, y sienta el apoyo de su pareja, familia, amigos y comunidad. El pediatra de cabecera del bebé junto con el equipo de salud como puericultoras y agentes de salud, realizarán un acompañamiento cercano para lograr el
objetivo: la lactancia materna exclusiva.
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